miércoles, 27 de julio de 2022

Parque temático

Hace no mucho tiempo, un amigo me describió el centro de Madrid con una frase lapidaria de precisión quirúrgica. "Es un parque temático" me dijo. Y vaya si lo es. Las hordas de turistas lo inundan todo, lo colapsan todo y, queriéndolo o no, lo joden todo. No por su culpa, ciertamente, pero así es. Porque unida al turismo va la vulgar desnaturalización del centro de la ciudad, que pierde su fisonomía y su esencia. Vecinos expulsados sin demasiadas contemplaciones para acoger, en pisos turísticos, a gentes de paso con pocas ganas de empatizar con el entorno. Comercios tradicionales engullidos por monstruosas franquicias que unifican el mundo bajo el paraguas de la mediocridad. Hosteleros mezquinos y avariciosos que disparan los precios de las bazofias que venden para esquilmar al visitante y desalentar al autóctono. Y politicuchos autonómicos y municipales, auténticos culpables de la situación,  que llenan las arcas sin pensar mucho en su propio pueblo, auténtico perjudicado de la situación y privado sin rubor del disfrute de su ciudad. Tuktuks y otras aberraciones llenan la ciudad. Madrid se ha Bangkorizado. Muchas otras ciudades del mundo, también. Los poderosos nos echarán la culpa, seguro. Ellos son de los de "yo no he sido". Pero recordad que una mentira mil veces repetida no se convierte en verdad. Ellos sí han sido y a ellos les toca solucionarlo. Y no se trata, por mucho que la idea les resulte atractiva, de prohibir viajar ni de empobrecer a la población y disparar los precios para imposibilitar que se viaje o, mejor dicho, para posibilitar que solo viajen unos pocos. Salvo que no gobiernen para la población. Pero eso no puede ser. No pueden ser tan viles. ¿O empieza a parecer que sí?



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