En el arrabal también tenemos montañas. De chatarra, pero montañas al fin y al cabo. Si entrecerramos los ojos y le echamos imaginación, quizá creamos estar contemplando grandiosos paisajes, esos cuyo disfrute nos ha sido vedado. Tiempos de desigualdad. Habrá que acostumbrarse. Habrá que resignarse. O no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario