Me encanta admirar y fotografiar viejos cacharros. Ya sea aviones, trenes, coches o motos. Contienen muchas horas de trabajo de ingenieros y diseñadores y nos recuerdan lo mucho que debemos a la capacidad de invención de nuestros antepasados. Y además, son una belleza. Una gozada de mañana la que pasé en el Museo del Aire de Madrid disfrutándolos.
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