Amanece a orillas del Ebro

A su paso por Briñas. Como al que madruga, Dios le ayuda, nos regaló este magnífico aspecto, sugerente, relajante y misterioso.

Santa María del Parral

Hace un par de días me dediqué uno de esos días de fotografía y relax y como coincidía que inauguraban exposiciones en el Segoviaphoto de este año, muy recomendable por cierto, pues encaminé mis pasos hacia tierras segovianas. Tras una parada en Riofrío, la llegada a Segovia, literalmente tomada por las malditas zonas azules y verdes, latrocinio municipal bendecido por el Estado y criminalización del uso del vehículo privado, me impidió aparcar. No problemo, baby. A extramuros, donde está situada la iglesia templaria de la Vera Cruz y, desde donde enfilo un camino, que desconocía, que me sitúa encima del bellísimo Monasterio Jerónimo de Santa María del Parral, cuya contemplación me proporcionó un enorme placer. Nunca hay mal que por bien no venga.

Píldoras compositivas - Toma 2ª

Las instantáneas con elementos estáticos nos ofrecen la oportunidad de planificar detenidamente la composición y recrearnos en los detalles. En esta fotografía, el almacén de grano es mi sujeto principal, motivo por el que lo coloco en una posición ventajosa como es el punto de intersección de los tercios y todo gracias a la aplicación de la archifamosa y últimamente denostada y minusvalorada, no entiendo por qué, regla de los tercios. En torno a este sujeto principal se organizan el resto de elementos de la imagen. El muro de la izquierda equilibra el peso. La carretera, elemento típico de la perspectiva líneal, dota de profundiad a la imagen. Las sombras, muy presentes gracias a la dirección de la luz, crean la sensación de volumen. La limpieza de la atmósfera bajo el sol invernal y un muy interesante cielo, destacado gracias al filtro polarizador hacen el resto. Datos técnicos: Nikon D700, Objetivo Nikkor 24-120 f/4 a 24 mm., ISO 200, f/11 a 1/250 s, filtro polarizador circular Hoya Pro, Formato adaptado a panorámico 16:9, procesada con ACR + Photoshop CC + Perfect Effects 9.

Street en color

La fotografía de calle o street photo, en la que últimamente me prodigo y a la que poco a poco me estoy haciendo adicto, la he sentido hasta ahora en blanco y negro. Herencia, supongo, de los grandes maestros. Pero, y el color. Me va apeteciendo cultivarlo. En especial, porque veo que algunas de las fotografías de calle que tomo piden a gritos color. Toca, pues, ir definiendo una gestión del color adecuada a este tema y con la que me sienta a gusto. Mi pasado con películas positivas de sensibilidad baja y alta saturación me lleva directamente a un estilo. Grandes fotógrafos actuales como Martin Parr, Arindam Thokder, Jesse Marlow o Narelle Autio, me reafirman y me muestran el camino. En ello estoy.

Píldoras compositivas - Toma 1ª

Uno de los retos fotogáficos a los que tarde o temprano nos tenemos que enfrentar es el de crear la sensación de movimiento. En mi primera visita al hipódromo, ya tenía pensado el tipo de fotografía que quería llevarme. Un "barrido". Técnica consistente en seguir el movimiento del sujeto una vez presionado el disparador, utilizando una velocidad moderadamente lenta. Conseguimos, de esta forma, una relativa definición del sujeto principal contra un fondo totalmente movido, o lo que es lo mismo, la tan ansiada sensación de movimiento. Junto con el momento de la toma, en el punto álgido de la carrera, y la inclusión de "aire", del que ya hablaremos, en el sentido del movimiento, esta fotografía resulta, pese a ser algo tópica, muy efectiva. Datos técnicos: Nikon F700, Objetivo Nikkor 70-300 4,5-5,6 a 300 mm., ISO 200, 1/50 s a f/16. Procesada con PS CC y Perfect Effects 9.

En la carretera

Bares, que lugares, decían los Gabinete Caligari. Y si son de carretera, peculiares donde los haya son. Ocupando las lindes de las carreteras nacionales y arrinconados por las voraces autopistas, sobreviven como pueden en los desolados paisajes de nuestra España rural. Cuando están cerrados, cual islotes deshabitados en la inmensidad del océano, resultan atractivos e inquietantes a la vez.

  

Arquitectura industrial

De una de mis últimas salidas en busca de arquitecturas industriales en el medio rural manchego.

Chamberí

De niño, no podía evitar sobrecogerme cuando viajando en metro pasaba por la estación abandonada de Chamberí. Pero tampoco podía evitar mirar. Una extraña fascinación ejercía sobre mí y cuando el metro arrancaba en Bilbao dirección Iglesia, buscaba un cristal donde pegar la cara para poder verla. Visión fugaz e inquietante que me proporcionaba un momento de placentera emoción. Ahora es un museo. Ahora he podido pisarla. Lo misterioso, convertido en mundano.